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Corea del Sur es conocida por sus ídolos de K-pop, su avanzada tecnología y sus avanzados productos de belleza. También es uno de los países con más cirugías estéticas por habitante en el mundo. ¿Qué hay detrás de este fenómeno? En este artículo, veremos cómo la salud mental y cirugía estética en las mujeres de Corea del Sur se entrelaza, afectando a adolescentes y adultas. 

Corea del Sur y la cultura de la cirugía estética

En Corea, la imagen lo es todo. Desde muy jóvenes, las mujeres reciben mensajes claros: verse bien no es una opción. Ya sean niñas de primaria o abuelas, son muchas las que se saltan comidas para bajar de peso. Este nivel de exigencia refleja una cultura de la belleza donde verse perfecta se asocia con éxito personal. 

La influencia de los dramas coreanos, las redes sociales y el K-pop ha creado un estándar de belleza prácticamente imposible de alcanzar. Las celebridades surcoreanas suelen lucir impecables, con piel tersa, rostros simétricos y figuras delgadas. La expectativa de someterse a algún “arreglito” estético se ha extendido incluso a zonas rurales. 

Esta obsesión por la estética se ve alimentada por una industria cosmética que superó los 16 mil millones de dólares en 2022. La gigantesca industria K-beauty, va desde elaboradas rutinas de cuidado de la piel hasta maquillaje y procedimientos. 

Corea del Sur es uno de los diez mercados de belleza más grandes del mundo, y el uso diario de cosméticos es altísimo. La frontera entre cuidado estético y cirugía cosmética es borrosa: muchos procedimientos se ven como una extensión del maquillaje o «skincare». Muestra de ello es la cirugía de doble párpado para lograr ojos más abiertos, tan popular que muchos padres se la regalan a sus hijas al graduarse del instituto. Esta normalización hace que las cirugías estéticas parezcan rutinarias, parte del “kit” para alcanzar el ideal de belleza. 

Las mujeres frente al espejo: ¿libertad o presión?

Aunque muchas mujeres en Corea del Sur deciden someterse a cirugías estéticas por elección propia, la presión social y profesional que enfrentan es abrumadora. En muchos casos, la cirugía estética se percibe como una inversión estratégica para conseguir un mejor empleo, avanzar profesionalmente o encontrar pareja.

Hasta hace poco, era común que las empresas exigieran fotos, altura y otros datos físicos en los currículums. En este contexto, no sorprende que el 87% de los procedimientos cosméticos en Corea los realicen mujeres. La apariencia ha sido, durante años, un criterio clave de selección en procesos laborales. Según explica Gaeul Baek “Si vas a trabajar sin maquillaje, tus compañeros probablemente te dirán que te ves mal y te animarán a usar lápiz labial”. En ciudades como Seúl, una de cada tres mujeres entre 19 y 29 años se ha realizado al menos una cirugía estética. Y más allá de las grandes urbes, la práctica se ha extendido también a zonas rurales impulsada por los mismos estándares inalcanzables de belleza .

Durante años, floreció una industria de estudios fotográficos especializados en retocar retratos profesionales, junto con clínicas que ofrecían “cambios de imagen” enfocados en mejorar las posibilidades de éxito laboral. De hecho, hasta un 80% de los reclutadores surcoreanos admitía que la apariencia influía al momento de contratar.

La publicidad no se quedó atrás. En el metro de Seúl, era habitual ver anuncios con mensajes como: “¿Quieres un ascenso? Tu nariz es muy grande, arréglala” o “Nadie es perfecta, agenda tu cita”. Estos mensajes reforzaban la idea de que corregir el físico no solo era deseable, sino necesario para lograr autoestima, reconocimiento y éxito.

Salud mental y cirugía estética: autoestima, depresión y ansiedad

¿Realmente la cirugía estética mejora la autoestima o solo oculta inseguridades más profundas? Las cirugías en sí mismas no garantizan felicidad duradera. Algunas mujeres experimentan un “bajón” emocional tras la operación, especialmente si el resultado no cumple las expectativas irreales o si enfrentan complicaciones médicas. 

Los datos son preocupantes. Corea del Sur tiene una de las tasas más altas de depresión del mundo desarrollado, y el suicidio es la principal causa de muerte entre personas de 10 a 39 años. Un estudio de 2021 reveló que casi 37% de la población presentaba síntomas depresivos, siendo las mujeres jóvenes especialmente vulnerables. Esta presión social constante de “no ser lo suficientemente buena” genera en muchas mujeres ansiedad, baja autoestima e incluso síntomas de dismorfia corporal tras someterse a múltiples intervenciones. 

La relación entre belleza y bienestar mental en Corea del Sur es compleja: por un lado, embellecerse puede brindar satisfacción momentánea o sentir control sobre la propia imagen; por otro, la insatisfacción crónica con el propio cuerpo y la comparación constante con un estándar inalcanzable generan estrés psicológico significativo. El círculo vicioso es claro: cuanto más te comparas con un ideal imposible, más sientes que no encajas.

Debate actual y respuesta social ante la cirugía estética y salud mental en mujeres coreanas

Por suerte, se empieza a ver una respuesta social y la gente está empezando a reaccionar. El movimiento feminista “Escape the Corset fue uno de los primeros en rebelarse contra esta belleza inclusiva. Jóvenes comenzaron a cortarse el pelo, dejar de maquillarse y a rechazar la cirugía estética como una obligación. El reto no es solo verse bien, sino vivir bien con uno mismo. Y eso implica un cambio profundo: aceptar más cuerpos, más rostros, más formas de belleza. La buena noticia es que cada vez más mujeres están levantando la voz. Están diciendo basta a un modelo único de perfección y apostando por la diversidad, la salud mental y el bienestar emocional.

El gobierno también ha dado pasos: desde 2019, las empresas no pueden pedir fotos en los CV. Además, se han retirado los anuncios de cirugía en estaciones de metro y se ha impulsado un plan nacional para combatir el suicidio juvenil, implementando una serie de medidas para reducir al 50% los casos de suicidio. Desde julio de 2024 imparten un programa de educación obligatoria para prevenir el suicidio a 16 millones de surcoreanos. El próximo año ofrecerán consultas a 80 mil personas con alto riesgo de trastorno mental, y gradualmente expandirán dicho programa hasta llegar a un millón en 2027.  También ampliarán los exámenes de salud mental, que actualmente realizan adultos de entre 20 y 70 años cada diez años, y los jóvenes de entre 20 y 34 años pasarán dicho examen cada dos años.

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