Ser LGBT+ en Papúa Nueva Guinea y sigue siendo un tema rodeado de silencio, estigma y leyes represivas. En pleno siglo XXI, este país del Pacífico Sur mantiene en vigor normativas heredadas de la época colonial, que criminalizan las relaciones homosexuales, lo que convierte la vida cotidiana de las personas LGBT+ en un desafío constante.
Un marco legal que criminalizan a los LBGT+
En Papúa Nueva Guinea, los actos homosexuales entre personas del mismo sexo siguen siendo ilegales bajo el Código Penal. La legislación, que se remonta al periodo colonial británico, califica la homosexualidad como “delito contra natura”, con penas de hasta 14 años de prisión. Aunque los enjuiciamientos no son frecuentes, el simple hecho de que estas leyes existan criminaliza la identidad y legitima la discriminación.
La ausencia de protección legal para las personas LGBT+ —incluyendo la inexistencia de leyes contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género— deja a esta comunidad en una situación de extrema vulnerabilidad. Esta homofobia institucional impide que muchas personas vivan abiertamente, accedan a servicios básicos o denuncien abusos por miedo a represalias.
Realidad social: silencio, rechazo y miedo
La criminalización LGBT+ no solo se manifiesta en las leyes, sino también en la cultura social. En muchas zonas rurales, el conservadurismo religioso y la presión comunitaria refuerzan una visión negativa sobre la diversidad sexual. El rechazo familiar, la violencia verbal y física, e incluso las agresiones sexuales «correctivas», han sido documentadas por organizaciones internacionales de derechos humanos.
Ser LGBT+ en Papúa Nueva Guinea significa, para muchos, vivir en la clandestinidad. Las personas transgénero y hombres gais suelen ser blanco de burlas, despidos laborales y exclusión social. Algunos jóvenes son expulsados de sus hogares o abandonan la escuela ante el acoso constante. Existen casos de migración forzada dentro del país por motivos de orientación sexual.
Pocas voces, mucho coraje de los LBGT+ en Papúa Nueva Guinea
A pesar del contexto adverso, existen pequeñas redes de apoyo y activismo. Organizaciones como Kapul Champions han sido clave para visibilizar los problemas del colectivo LGBT+, sobre todo en relación con la salud sexual y reproductiva, el acceso a servicios y el acompañamiento psicológico.
Sin embargo, trabajar por los derechos LGBT+ en Oceanía, especialmente en Papúa Nueva Guinea, implica riesgos. Los activistas enfrentan amenazas, censura y falta de financiación. Muchas veces deben operar en la sombra o bajo estructuras más amplias de derechos humanos para protegerse.
Influencia internacional: ¿cambio en el horizonte?
Papúa Nueva Guinea ha sido señalada en múltiples informes por su falta de avances en materia de derechos LGBT+. En 2023, Amnistía Internacional y Human Rights Watch incluyeron al país entre los que más restringen la libertad sexual y de género en la región Asia-Pacífico.
A pesar de las recomendaciones de la ONU para que derogue las leyes que criminalizan la homosexualidad en Papúa Nueva Guinea, el gobierno ha mostrado escasa voluntad política para realizar cambios estructurales. De hecho, algunos líderes políticos han declarado públicamente que legalizar la homosexualidad “iría en contra de los valores nacionales y religiosos”.
¿Qué se necesita para que avancen los derechos LGBT+ en Papúa Nueva Guinea?
La despenalización de la homosexualidad es un primer paso urgente. Sin embargo, no basta con eliminar leyes retrógradas: también se necesitan políticas públicas que protejan contra la discriminación, promuevan la educación inclusiva y garanticen el acceso igualitario a la salud, la justicia y el trabajo.
El apoyo internacional también juega un papel clave. La presión diplomática, la financiación de proyectos locales y la inclusión del tema en foros regionales pueden ayudar a visibilizar la situación. Los derechos LGBT+ son derechos humanos, y ningún país debería dejar a sus ciudadanos fuera de esa protección por su identidad o a quién aman.
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