EL LEGADO DEL HIJO ÚNICO
La política del «hijo único», introducida a finales de la década de 1970, fue una respuesta al temor de que la creciente población de China pudiera superar la capacidad de su economía para alimentarla, educarla y proveerle empleo. Durante más de 35 años, millones de familias chinas se vieron obligadas a limitarse a tener solo un hijo. A pesar de las excepciones que permitían más hijos en áreas rurales o para familias de ciertos grupos étnicos, la norma era clara: un solo hijo por familia.
El resultado fue una disminución en la tasa de natalidad y un lento envejecimiento de la población. Esta política, aunque efectiva a corto plazo, trajo consigo consecuencias imprevistas. La falta de hijos llevó a un desajuste demográfico, con una población cada vez más envejecida, que a su vez creaba presiones sobre el sistema de salud y pensiones. Pero el impacto más grave fue el desajuste de género que se produjo debido a una preferencia cultural por los varones. Esto llevó a un elevado número de abortos selectivos y abandonos de niñas, creando una «brecha de género» que perdura hasta el día de hoy.
EL CAMBIO DE POLÍTICA Y LOS RESULTADOS NEGATIVOS
Consciente de las implicaciones negativas de la política, el gobierno chino decidió en 2016 poner fin al «hijo único«, permitiendo a las parejas tener hasta dos hijos. Esta decisión fue parte de una serie de reformas diseñadas para enfrentar las nuevas dinámicas demográficas del país. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. A pesar de la flexibilización de la política, la tasa de natalidad no experimentó el repunte que las autoridades anticiparon. De hecho, el número de nacimientos en 2020 fue el más bajo de los últimos 60 años, y la tendencia a la baja se ha mantenido en los años siguientes.
Uno de los factores detrás de este declive es la presión económica. En un país que aún enfrenta un costo de vida elevado, especialmente en las grandes ciudades, muchas parejas jóvenes se sienten incapaces de afrontar los gastos de criar a un hijo o varios. La competencia laboral, los elevados precios de la vivienda y la falta de servicios de apoyo familiar son barreras significativas para la formación de nuevas familias. Los jóvenes, particularmente en las áreas urbanas, prefieren enfocarse en sus carreras y disfrutar de una vida más independiente, lo que genera un círculo vicioso de pocas nacimientos y un envejecimiento cada vez más pronunciado de la población.
EL ENVEJECIMIENTO Y LA SOBRECARGA DEL SISTEMA DE BIENESTAR
El envejecimiento de la población es uno de los desafíos más grandes que enfrenta China en la actualidad. En 2023, más del 18% de la población tenía más de 60 años, y se espera que este porcentaje continúe creciendo. Esto genera presiones sobre el sistema de pensiones y salud, que no está completamente preparado para enfrentar una ola de ciudadanos mayores. La escasez de mano de obra joven es otro aspecto crítico. Aunque China sigue siendo la «fábrica del mundo». La población activa de China está disminuyendo, lo que podría llevar a un estancamiento económico, especialmente en sectores que dependen de mano de obra intensiva.
LA ESCASEZ DE TRABAJADORES Y LA COMPETENCIA GLOBAL
En términos laborales, la escasez de jóvenes en China está afectando a sectores clave como la manufactura, los servicios de tecnología y otros campos de alta demanda. La competencia por el talento se ha intensificado no solo dentro del país, sino también con otros actores globales. En un mundo cada vez más globalizado, países como India, Vietnam y otros en el sudeste asiático están ganando terreno en términos de mano de obra joven, lo que pone a China en una posición vulnerable frente a los mercados internacionales.
LA RESPUESTA DEL GOBIERNO
El gobierno chino ha comenzado a implementar medidas para contrarrestar la crisis demográfica. Aparte de la flexibilización de la política del «hijo único», se han introducido incentivos financieros y sociales para fomentar la natalidad, como subsidios para el cuidado infantil, préstamos para viviendas familiares y días libres para padres. Sin embargo, estos esfuerzos no parecen haber sido suficientes. Las autoridades también están considerando reformas estructurales más profundas, como la mejora de la calidad de vida para los ancianos y un mayor apoyo a las familias, pero el tiempo apremia.
LA MIRADA AL FUTURO
China se enfrenta a un dilema complejo. La combinación de una tasa de natalidad en declive, un envejecimiento acelerado de la población y una competencia global cada vez más feroz coloca al gigante asiático en una situación delicada. Si bien el país sigue siendo una de las economías más poderosas del mundo, la crisis demográfica podría ralentizar el crecimiento de China y cambiar para siempre su papel en la economía global.
El camino a seguir es incierto, pero es evidente que las lecciones del pasado, especialmente la política del «hijo único», están dejando una marca profunda en el futuro de China. La crisis demográfica de China obliga a la nación más poblada del mundo a encontrar un equilibrio entre incentivar la natalidad, adaptarse al envejecimiento de su población y seguir siendo competitiva en un entorno global que no perdona.
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